Mientras nosotros, los seres humanos, vivimos corriendo contra el tiempo, sin darnos cuenta de lo que nos gustaría realizar algún día, la Naturaleza continúa con su ritmo, haciéndolo todo de forma extremadamente paciente.
Experiencia es plantar una semilla y esperar a que florezca. A su tiempo, que nunca sabemos cuál es, un brote verde comienza a despuntar y ha de desarrollarse se recibe los nutrientes necesarios, y será en el tiempo adecuado.
Formamos parte de la Naturaleza, pero no nos gusta esperar con paciencia el desarrollo de la propia vida. Pero lo cierto es que los cambios sobrevienen a su debido tiempo, pese a que peleamos por apresurarlos lo más posible.
Si estudiamos nuestra historia veremos que mucho hemos cambiado ya, a lo largo de todo ese tiempo.
Se han desmontado creencias erróneas, y, al menos, las leyes que hoy tenemos son mucho más justas para todos. Vivir conforme a ellas es otra cuestión. pero en el momento oportuno, todo ha de ajustarse y mejorar - así lo creo.
El sol no nace antes, ni después de su horario de costumbre, y lo mismo la luna, las mareas, las estaciones. Al hombre, con su libre albedrío, le gustaría imprimir un nuevo ritmo a todo, pero no lo consigue. Sería muy sabio que mirásemos más en torno a nosotros e intentásemos también mantener un ritmo armonioso en nuestras vidas.
Con tanta correría ¿a dónde vamos? ¿Cómo estar conscientes de cada instante, siguiendo los consejos de los sabios de todos los tiempo, si no podemos estar centrados, mientras caminamos en este frenesí ruidoso en que se han convertido nuestros días?
¿Cuál será la dualidad de nuestros actos, si apenas tenemos tiempo de reflexionar sobre ellos?
¿Cómo percibir la densidad sutil y silenciosa que nos envuelve siempre, si no nos damos condiciones para entrar en contacto con ella?
Y en esta locura de vida ¿cómo mantener la serenidad y la paz, tan necesarias para sentirnos cómodos con nosotros mismos?
Un poco menos de actividad ¿no nos aportaría más beneficio? Quizá no monetario, pero ¿en lo concerniente a nuestra calidad de vida, a nuestra paz interior?
Hay un pasaje en la Biblia que afirma haber muchas moradas en la casa de Nuestro Padre. Ciertamente, pues como seres tenemos diferentes niveles de conciencia y por sintonía somos merecedores de albergues diferentes después de nuestro tránsito al mundo espiritual.
Pensándolo bien, ¿dónde será la casa de Nuestro Padre, si no en nuestro propio ser, en lo más recóndito de nosotros?
Siempre estamos allí, pero quizá todavía no nos hemos dado cuenta. Como la tortuga, cargamos siempre con nuestra casa, allá donde vamos, aquí o en cualquier otro plano de este inmenso e inagotable Universo.
Hemos de aprender a ser pacientes. Con nosotros mismos, al darnos cuenta de que aún no hemos alcanzado el nivel de perfección que anhelamos, pero principalmente con el prójimo. Todos llegaremos a la Paz y al Amor algún día, si bien la andadura es diferente para cada ser. También el ritmo.
A menudo tenemos el deseo de no creer que un día el Nuevo Orden quedará instalado en nuestro planeta, puesto que las dificultades se revelan tantas. Pero no debemos pensar así. Una semilla que aún se halla escondida bajo la tierra no está muerta. Está adquiriendo fuerza para brotar fuerte y llena de vida. Así será también como emergerán los cambios de la aparente confusión reinante. Es preciso continuar soñando y trabajando para que suceda, ¡pues todos nosotros dependemos de esta confianza en el mañana!
Me acordé de la canción linda e inspirada del recordado Gonzaguinha - Semilla del Mañana - que transcribo:
Ayer un niño que jugaba me dijo
Que el hoy es semilla del mañana.
Para no tener miedo a que este tiempo va a pasar.
No te desesperes, no, ni dejes de soñar.
Nunca te entregues, nace siempre con las mañanas.
¡Deja a la luz del sol brillar en el cielo de tu mirada!
¡Fe en la vida, fe en el hombre, fe en lo que vendrá!
Nosotros lo podemos todo,
Nosotros podemos más,
¡Venga, hagamos lo que será!
por WebMaster
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Publicado dia 7/21/2014 10:23:54 AM em STUM WORLD
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