El ser humano es una parte de la vida, pero aun siendo sólo parte de ella, es el más notable, el más iluminado, el más sabio, de entre todas las vidas en el planeta.
Por tanto, ni la Biología, ni siquiera la ciencia pueden, como han hecho hasta los días de hoy, cerrar los ojos al fenómeno del ser humano y su vida, incluso en las funciones materiales más adversas.
Sólo entenderemos la verdadera espiritualidad si nos envolvemos profundamente en nuestro interior, llegando algún día a integrar a ambos en una idea coherente de la importancia de nuestra vida en el mundo.
La vida, sobre todo la vida humana, materialmente hablando, no es una anormalidad en la existencia de la materia, sino que es el acabado pulido del alma, una propiedad fundamental de toda evolución. No sabremos perfectamente qué es la materia si no penetramos en su más profunda manifestación de los sentimientos, en especial el “amor”.
Entender la vida, la materia, sería comprender totalmente los sentimientos favorables y desfavorables, en todos los instantes vividos, y al mismo tiempo tomar actitudes en el presente, pero viajar al futuro y sentir sus efectos, aceptando sus propias magulladuras.
La vida, tomada como un todo, se manifiesta como una cadena que liga a cada uno de nosotros a varios tipos de vidas y sentimientos. La vida en su materia es cuerpo, y es la carcasa más estudiada por la ciencia, que aun dando pasos importantes cada día hacia su conocimiento, no se ha acercado siquiera a evitar la otra parte de la vida, “la muerte”. La vida, continuamente dirigida dentro de sus experiencias, sin temor a arriesgar, estará en ascensión estable hacia la más elevada consciencia.
Observando una exposición de la evolución de la materia, desde lo primitivo hasta los días de hoy, hay movimientos para la fusión de objetivos entre la naturaleza y el cuerpo humano. En cada movimiento han cambiado los paisajes en todos los rincones, también se ha ido alterando el cuerpo humano en su evolución intelectual y visual. Siempre poniendo en la sencillez su cambio constante para que pueda ser mejor observado.
Cuando la vieja idea del mundo cayó por tierra, y los ojos maravillados del ser humano se abrieron al abismo incierto, de lo infinitamente grande a lo infinitamente pequeño, de lo infinitamente numeroso a lo infinitamente solitario, de lo infinitamente nuevo a lo infinitamente antiguo, el ser humano perdió un poco su rumbo. El sentimiento de su amor propio le ha vuelto medroso e individualista.
No obstante, cada día el ser humano se sorprende más de sí mismo, tanto en sus actitudes y acciones como en sus sentimientos. Cada día nuevos descubrimientos minan los fundamentos de su fe. Tenemos que conocernos bien interiormente para no dejar que en esa fe se separe el cuerpo material del espiritual, donde los pensamientos iluminados y las palabras bondadosas se convierten en acciones, en objetivos en ese escenario iluminado llamado “Tierra”.
Podemos sufrir otras grandes modificaciones, pero ciertamente seremos mucho más evolucionados y sostenibles, descubriremos lo que significa nuestra alma, nuestro interior y nuestros verdaderos sentimientos. Esa perspectiva restituye al ser humano el lugar que le corresponde en este mundo. Por la ley de la evolución que conforma la antigua proposición de la fe, según la cual el ser humano es el comienzo, el medio y el final de esta maravillosa vida.
Debemos saber vivir, y vivir con miradas iluminadas, como seres humanos evolucionados, maravillados por la perfección con que la naturaleza nos obsequia, y los sentimientos que sin explicaciones nos emocionan de alegría y placeres, de tristeza y carencia; pero todos nos producen emociones, nos muestran que estamos vivos y nos conmueven, haciéndonos tratar de vivir cada día mejor.
Sin embargo, para comprender el día a día de ese nuestro mundo interior, es preciso seguir también la dirección opuesta, aquella en que la realidad se desdobla para formar situaciones aparentemente complicadas. No obstante, somos capaces de buscar el equilibrio entre lo material y lo espiritual, entre los deseos realizados y los no realizados. Ese soy yo, ese eres tú, esos somos todos.
Sencillos, valientes, animosos y sabios, pues en caso contrario no hubiéramos llegado a donde estamos, aun sabiendo que falta mucho para llegar a donde el Creador desea, pero seguimos caminando hacia lo alto y hacia la luz.
Si el ser humano siguiese el mismo desarrollo del planeta, estaríamos mucho más cerca de la perfección, pero la búsqueda desenfrenada de tecnología, de desarrollo material, ha hecho que nuestros pasos fuesen lentos, y que además lograsen destruir en parte los largos pasos de la naturaleza.
Entonces, la mejor fórmula para vivir mejor, sería que cada ser humano naciese nuevamente cada día, porque la vida es nacer siempre y buscar lo nuevo constantemente, purificados por cada dificultad, pero penetrando en la humildad del yo interior, implicando toda el alma en una nueva y consciente manera de vivir.
Volviendo patas arriba nuestras perspectivas con el enfoque de un nuevo mundo, de un nuevo ser humano, un nuevo modelo de fe, una nueva opción de vida, para buscar un método de vida mejor, con el pensamiento puesto en la felicidad del prójimo, en la libertad de conciencia, en la unión, la justicia y el equilibrio.
La evolución no es en modo alguno “creadora”, como quiere creer la ciencia, sino la forma de nuestras experiencias, en el “tiempo y el espacio”, del Creador para su Creación.
BNN
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Publicado dia 11/19/2014 8:35:00 AM em STUM WORLD
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