El verdadero origen del tarot esta cubierto por un velo de misterio. Uno de los relatos más antiguos data del Egipto antiguo, donde, de acuerdo con la leyenda, fueron encontradas en el altar del templo de Ptah, en Menfis, imágenes grabadas en platos de oro que se asemejaban a algunos grabados de los Arcanos Mayores del Tarot.
La hipótesis egipcia tiene numerosos seguidores ilustres, entre ellos Èliphas Levy, Paul Christian y Papus. La opinión de muchos es que el tarot tuvo su origen en el misterioso -y desaparecido hace mucho tiempo- Livro de Thoth, atribuido al Dios de la sabiduría secreta, Thoth, más conocido por el nombre griego: Hermes.
Se dice que el mito posee más autenticidad que la historia porque lidia con las realidades eternas del alma y no con los pálidos reflejos de esas realidades en la pantalla ilusoria del tiempo.
Por lo tanto, recorramos la tradición mística, para profundizarnos un poco más en la historia del tarot. La tradición cuenta que después de la destrucción de la grande biblioteca de Alejandría -y en el inicio de la edad media- algunos sabios que se reunieron en la ciudad de Fez, en Marruecos, decidieron crear un medio por el cual la sabiduría iniciática de la antigüedad pudiese ser preservada para las generaciones futuras.
A través de su visión profética, ellos sabían que la iglesia medieval destruiría tal proyecto si fuese aparente que este contenía ideas y símbolos contrarios a lo que era aceptado por los cristianos ortodoxos.
Esos sabios también estaban conscientes de que la ignorancia imperaría durante muchos siglos y que, consecuentemente, una transmisión verbal o escrita de la sabiduría sería útil. Los sabios, cuenta la leyenda, resolvieron entonces elaborar un libro de grabados que escaparía a la atención de los inquisidores y que continuaría durante años recordando a los hombres y a las mujeres las verdades más profundas de la vida y el carácter esencial de su propio ser.
Las cartas, que probablemente hayan sido hechas originariamente en metal o oro, eran utilizadas como forma de juego y de diversión y, de este modo, eran apreciadas por muchas personas que no daban valor a la filosofía o al misticismo.
Alrededor del siglo XIV, las imágenes del tarot habían llegado a Italia, España y Francia y fueron llevadas a otros países por los gitanos, que parecen haber utilizado sus grabados principalmente con la finalidad de adivinar la suerte. Existen vagos indicios, inclusive, de que imágenes semejantes a las del tarot ya circulaban en varias formas mucho antes del siglo XIV.
El mazo completo del tarot consiste en setenta y ocho cartas, que están divididas en dos grupos. Son cincuenta y seis cartas de los llamados Arcanos Menores y veintidós cartas de los Arcanos Mayores, estos últimos también conocidos como Triunfos Mayores.
Las cincuenta y seis cartas de los Arcanos Menores representan el origen de nuestras cartas de baraja moderna. Estas están divididas en cuatro naipes: Pentagramas (Oros), Copas (Copas), Gladios (Espadas) y Bastones (Bastos), cada uno de los cuales compuestos de diez cartas numeradas de uno a diez y de cuatro figuras, que son: Rey, Reina, Caballero y Sota. La baraja eliminó la carta del Caballero en la figuras de la corte.
Además, las veintidós cartas de los Arcanos Mayores fueron totalmente suprimidas, con excepción del Comodín, una forma desvirtuada del Loco encontrado en los Arcanos Mayores.
De un modo general, podemos decir que las cincuenta y seis cartas de los Arcanos Menores representan el yo exterior o la personalidad del hombre, mientras que las veintidós cartas de los Arcanos Mayores simbolizan el reino secreto del yo interior o la individualidad.
Los arcanos Menores son elaborados con base en los números cuatro y diez, una vez que existen cuatro naipes, con diez cartas numeradas y cuatro figuras de cada uno. Los Arcanos Mayores se basan en los números tres y siete, visto que las veintidós cartas pueden ser divididas de forma provechosa en tres grupos de siete más la carta cero, que no puede ser clasificada o sea 3x7= 21+0. Podemos observar también que cada naipe de los Arcanos Menores posee catorce cartas y que catorce es el número que Helena Blavatsky provee en La Doctrina Secreta, como representando a la totalidad de la manifestación: Dos veces siete es la suma total.
Por otro lado, los números tres y siete cuando sumados al revés de multiplicados, resultan en el número diez, que es el número de la Sephiroth e el Árbol de la Vida cabalística. Eso podrá indicar que el principio de los números tres y siete de la forma como es manifestado en los Arcanos Mayores describe la estructura de los poderes divinos en las cosas, mientras que el principio de los números cuatro y diez, de la forma como se presenta en los Arcanos Menores, simboliza el aspecto natural o aspecto creado de la existencia. Lo primero se relaciona con la vida mientras que lo segundo indica la forma.
Teniendo en cuenta que el principal objetivo del tarot es facilitar el autoconocimiento, es necesario que miremos las cartas principalmente bajo el aspecto de su correspondencia con funciones y principios psicológicos dentro de la psiquis humana.
Así, las diez cartas numeradas y las cuatro cartas con figuras de los naipes de los Arcanos Menores juntas corresponden a las cuatro funciones de la consciencia, conforme fueron descriptas por Jung: sensación (Oros), pensamiento (Espadas), sentimiento (Copas) e intuición (Bastos).
Al mismo tiempo, debemos tener en mente que las veintidós cartas de los Arcanos Mayores representan las imágenes primordiales, los arquetipos, dentro del inconsciente colectivo.
Publicado dia 4/8/2020 11:35:14 AM em STUM WORLD
