En diciembre de 2016 me deparé con situaciones para mí desconocidas hasta entonces. Parar el coche en medio de una avenida y permanecer 15 minutos detenida con miedo a salir del lugar, sentirme mal dentro del metro y salir corriendo para ver pronto la calle, tener miedo a salir de casa. Empecé a sufrir crisis de llanto, angustia, culpa y tristeza, no tenía ganas de hacer absolutamente nada. Consideraba que era una fase, que pronto pasaría. Era el día 28 de diciembre, estaba en casa celebrando el cumpleaños de mi hermano, empecé a sentirme mal, notaba taquicardia, sudor, temblores, falta de aire y una desesperación enorme, parecía que iba a morir. Fui al hospital, me hicieron algunas pruebas y no tenía absolutamente nada.
¿Cómo podía ser eso? ¡Aquel diagnóstico sólo podía estar equivocado! La doctora habló con mi madre y pidió que me llevase a un psiquiatra. ¡Yo no lo aceptaba! ¿Prejuicios contra los psiquiatras? Sí, los tenía, me parecía que eran médicos para locos.
Tuve que dejar todo ese prejuicio de lado y buscar ayuda. Fui diagnosticada con trastorno de pánico y depresión, causados por estrés. Es un tipo de trastorno de ansiedad, donde ocurren crisis de desesperación y miedo intenso a que algo malo suceda, aun sabiendo que no hay motivo alguno para ello. No era fácil convivir con el miedo a sentir miedo.
Empecé el tratamiento con antidepresivos y ansiolíticos. Al comienzo del tratamiento, me sentía muy mal con la medicación, parecía que estaba en otro mundo, tenía mucho sueño, era una sensación horrible. El psiquiatra me aconsejó esperar un tiempo para hacer la psicoterapia, en caso contrario mi estado podría empeorar. Mi madre no sabía cómo lidiar con aquello, y yo mucho menos, ya que no comprendía lo que me estaba pasando. En el auge de la depresión, pensé en el suicidio y empecé a pesquisar formas para ello. Ese mismo día mi madre vio en mi teléfono móvil el historial de los sitios visitados. Fue un impacto para ella, empezó a llorar desesperadamente, implorándome no hiciese aquello. Dijo que yo estaba siendo egoísta y que no pensaba en ella, que su vida ya no tendría sentido si yo no estaba a su lado. Presenciar esa escena acabó conmigo, mi corazón quedó despedazado. No tenía derecho a hacerla sufrir. Me prometí a mí misma luchar con todas mis fuerzas contra esa enfermedad.
Empecé con la psicoterapia, las sesiones semanales me ayudaron mucho. Hoy soy otra persona, ya no soy la Carol estancada de antes de la depresión. Realmente soy una nueva mujer, decidida, enfocada y con muchos objetivos. Quedo muy agradecida a mi familia. Le debo todo cuanto soy. Hacen todo lo que pueden para verme feliz. Sólo tengo a agradecerles por estar a mi lado en todos los momentos, compartiendo alegrías, tristezas y principalmente el amor.
¡Hoy estoy mucho mejor, debido al tratamiento y al apoyo de mi familia! Si tú notas algunos de los síntomas que yo tuve, ¡busca ayuda lo más rápidamente posible! No tengas miedo y mucho menos prejuicios contra el psiquiatra o el psicoterapeuta. Estoy extremadamente agradecida a mis médicos. ¡Ellos sólo van a ayudarte! ¡Y cuenta siempre con el apoyo de tu familia!
por WebMaster
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Publicado dia 8/22/2017 8:29:26 AM em STUM WORLD
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